Era tan intensa la aspiración secesionista, que la elección de Lincoln fue publicada por uno de los grandes periódicos del Sur en la sección Noticias del Extranjero [...]. En los estados unionistas del norte los negros apenas eran el dos por ciento, mientras que en los del sur llegaban a un tercio de la población [...] algunos notables querían abrir paso a una secesión pactada. Sin embargo, para Lincoln la herencia recibida de los padres fundadores no podía destruirse.
El influyente Horace Greeley, que era uno de los fundadores del Partido Republicano y, a la sazón director del periódico New York Tribune, pidió que se pusiera fin a la guerra y se pactara cuanto antes la secesión. El Sur —dijo— no puede ser vencido. La banca estaba asustada [...]. Para Lincoln, empero, las adversidades no eran novedosas. Su fe en el triunfo no se había quebrado [...]. Se iba a cumplir un año desde el inicio de la guerra y las críticas de los periódicos se tradujeron en clamor popular.
Por ese tiempo repara en la trayectoria de un general de reciente ascenso, cuyo origen humilde le recuerda el suyo propio. Se llama Ulysses Grant, un militar de cuarenta años que, tras pasar por varios oficios [...] intervino en algunas acciones en las que su tenacidad y espíritu combativo suscitaron la admiración de Lincoln. Cuando mencionó su nombre como candidato para el mando general, le hicieron llegar el comentario de que Grant era bastante adicto al whisky. Al escucharlo, Lincoln se limitó a decir: «¿De qué marca? Quiero enviar algunas botellas a otros generales» [...]
Quería hacer efectiva, bajo el amparo constitucional, la abolición de la esclavitud [...]. No era nada fácil: debía aglutinar los dos tercios necesarios para aprobar una enmienda constitucional.. Solo por tres votos de diferencia alcanzo esos dos tercios [...] se había aprobado la Decimotercera Enmienda con este breve encabezamiento: «En los Estados Unidos ni en ningún lugar sometido al poder de sus leyes habrá esclavitud».
Napoleón III terminó exiliado en Inglaterra y el caos se adueñó de París por la insurrección de obreros radicalizados, mezcla de anarquistas y seguidores del marxismo. La turba se hizo con el poder con extrema violencia. El primer asesinado fue el arzobispo de París y siguieron otros que proporcionaron a la reacción docenas de mártires [...]. París quedó bajo el poder de la Comuna, nombre que tomó la forma de gestión que adoptaron los revolucionarios.
Un nuevo grupo clandestino lanzó el manifiesto Justicia para el pueblo, cuyo inspirador era Sergei Nechaev: El revolucionario no tiene intereses personales, ni relaciones, sentimientos, vínculos o propiedades, ni siquiera tiene un nombre. Solo tiene un fin, una pasión, un pensamiento: la revolución [...]. En lugar de abandonar el lugar, Alejandro sintió una vez más la curiosidad de ver de cerca al asesino e interrogarle. En ese momento el segundo salió de su escondite y lanzó su bomba [...]
La gran transformación de Europa en la segunda mitad del siglo XIX ofrece su ejemplo más extraordinario con Alemania, cuyo hito fundacional se produce con la llegada al poder de Otto von Bismarck [...]. La mayoría de los historiadores lo toman como ejemplo de liderazgo fuerte [...]. Tenía tres lemas interiorizados que marcarían su actuación: patria, rey y orden. Descubrió pronto que podía hacer bien el juego político, porque no se sometía a principios que pudieran obstaculizar su carrera.
A partir de 1871 el mayor poder de Europa hablaba alemán y su protagonista absoluto no era otro que Bismarck [...]. No toda resistencia es pacífica en situaciones tensas y el caso de Bismarck contra la Iglesia católica no iba a ser ninguna excepción. El papa Pío IX le había dedicado epítetos: «Atila moderno. Satanás con casco» [...]
El más serio contratiempo que tuvo la Iglesia a mediados del siglo XIX vino de una inesperada teoría científica. Un joven inglés llamado Charles Darwin [...]. En la doctrina de la Iglesia el relato bíblico no podía cuestionarse [...]. El obispo irlandés James Ussher escribió un libro titulado Annales veteris testamenti, en el que afirmaba que la creación se realizó el año 4004 antes de Cristo, por lo que, añadiendo los diecinueve siglos de nuestra era, la Tierra no llegaba a seis mil años.
La consolidación del poder imperial británico alcanza su momento esplendoroso en el segundo mandato de Disraeli (1874-1880) y fue el resultado de diversas actuaciones de éxito. Al poco de ser nombrado, tomó una decisión: comprar al arruinado pachá de Egipto las acciones del Canal de Suez, lo que permitía a Inglaterra participar en el control de la principal vía de comercio con India y China, donde se había construido un gran puerto en Hong Kong [...]
También en África se había ejecutado un proceso colonizador desde que se fundó la ciudad de El Cabo. Un ambicioso emprendedor, ajeno a la política, iba a llevar a cabo nuevas conquistas. El singular personaje se llamaba Cecil Rhodes [...] lo que sí vio culminar Rhodes fue la anexión, con sus propios recursos a través de la compañía British South África, de la gran colonia que actualmente forma la república de Rodesia, cuyo nombre le fue dado en su homenaje [...]
El poder colonial europeo de finales del siglo XIX requiere fijar la atención en el rey belga Leopoldo II, cuya figura no ha sido señalada suficientemente como ejemplo palmario de genocida codicioso [...]
El libro 'La historia del poder' de Abel Cádiz se puede adquirir directamente a Fundación Emprendedores y también está disponible en Librería Diógenes, Marcial Pons y Amazon.
P.V.P: 50,00€ (4% IVA incluido) | ISBN: 978-84-09-16973-3
Titular: Fundación Emprendedores | IBAN: ES27 0019 0338 3140 10025025
• Título: La historia del poder
• Autor: Abel Cádiz Ruiz
• ISBN: 9788409169733
• Editorial: Fundación Emprendedores
• Fecha de la edición: 2020
• Lugar de la edición: Madrid
• Encuadernación: Tapa dura
• Medidas: 190x256mm
• Nº Pág.: 800
• Idioma: Español